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lunes, 30 de mayo de 2022

El viaje de Pablo

 


(Breve cuento dedicado a Juan Pablo López Aranda)
Autora:  María Alejandra Vidal Bracho

Pablo se quedó dormido y descendiendo a las profundidades de su ser, inició un viaje exclusivo y maravilloso, durante el cual fue visto en muchos sitios, según pudo comprobar, con posterioridad, a través de los relatos de diferentes testigos, que lo vieron, sin dudar.  Pero, en un momento impensado, en mitad del viaje, su corazón se detuvo para examinar el entorno, porque quería indagar en el misterio de su destino y misión.  Ante esta situación, todo el sistema universal se puso en alerta; se tenía que actuar con suma rapidez, porque el corazón de Pablo se rehusaba a continuar el viaje, hasta que supiera, con certeza, todo lo que él se empeñaba en aclarar. Como primera medida, el Universo llamó a una yatiri, mujer sabia, que le indicó, con toda la fuerza de la naturaleza del norte, que debía seguir latiendo, que el viaje debía continuar.  Con esta información, la esencia de Pablo se movió hacia el centro de su tierra chilena, y llegó a la Araucanía; allí una mujer mapuche le reveló, lo mismo, que aún no era tiempo de parar. Los diferentes fractales de Pablo, se diseminaron por todo el país, lo recorrieron a lo largo y ancho, cruzaron las fronteras, surcaron los mares, ávidos de comunicar, la buena nueva de la segunda oportunidad.  El cuerpo de Pablo aparentaba dormir, pero en su interior bullían la vida, los viajes y los encuentros con seres prodigiosos. En este periplo, siguió viajando hacia un centro energético que lo atraía, como un imán poderoso, luego, se detuvo el tiempo y fue interrogado; la energía le preguntó, si elegía su vida o la de otro ser y entonces, él decidió dejar este plano, le pareció lo más justo; la energía conmovida, con su generosidad, se estremeció y Pablo descansó; luego sopló sobre él, una brisa austral que lo lanzó en caída libre hacia la Tierra, pero en el trayecto fue socorrido por los brazos de un ser alado vestido con ropajes negros, que con ternura lo salvó y acurrucó, protegiéndolo del daño; ambos fueron guiados, con seguridad, hacia tierra firme. Una vez allí, el ser alado lo entregó al regazo de otra mujer; era una mujer más añosa, quien lo recibió y se presentó ante él como la última kawésqar; ella lo invitó a beber agua de una vertiente que estaba bajo su custodia; con sus propias manos, usándolas como cuenco, sació la sed de Pablo. Luego apareció en escena otro ser; una mujer con rasgos y vestimentas orientales y le entregó a Pablo un saco de semillas, de las cuales él apartó una porción que, en un trance mágico, llevó hasta el domicilio de un sabio profesor amigo, quien las recibió emocionado y le manifestó, que debía continuar, repartiendo semillas.  Pablo retornó con las mujeres, que aún lo esperaban junto a la vertiente de agua. En contemplación, esta vertiente, ícono de la vida, era observada y provocaba fascinación. Pero la mirada de Pablo se expandió, también, hacia el horizonte y, en ese momento, es cuando él percibió una presencia nueva y poderosa.  Una presencia que le hizo sentir protegido, seguro y amado; era un gran tigre dientes de sable, que se había ubicado detrás de él y que, a través de una comunicación distinta a los canales tradicionales, le confirmaba, que aún debía seguir en este plano y que él le acompañaría, con su fuerza, hasta el último día de este tramo del viaje y Pablo colmado de una conciencia nueva, despertó.

Todos somos Pablo y vamos en diferentes tramos del camino y en distintos estados.  Cada uno con una misión exclusiva, porque nadie ocupa el lugar de otro.  La energía se dispersa para permitir la existencia y mueve a los protagonistas con sabiduría.  Solamente debemos permitir que la vida tome las riendas, no hay mejor guía.  “Todo es para bien, todo es para mejor”, dicen los sabios y es verdad. El corazón de Pablo, se detuvo para examinar su entorno; quería indagar en el misterio de su misión; por otro lado, su alma, presa de amor a la vida encarnada, lo trajo de regreso al plano tridimensional y la vida también presa de amor por él, le dijo: “aún debes permanecer aquí”.

 



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