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lunes, 6 de abril de 2020

Tiempos de cambio





Tiempos de cambio

(El marinero, el escritor y la sirena)
Autora:  María Alejandra Vidal Bracho

Publicado en Revista Co.incidir de Febrero 2020


Una noche primaveral, tres amigos: un marinero, un escritor y una sirena se dieron cita en un bar con la intención de compartir y disfrutar de su amistad.  En compañía de tragos y deliciosa comida, recordaron historias, hicieron planes y analizaron la vida mientras la oscuridad, como tibio manto, cubría la mágica camaradería que los ensamblaba, los adhería a pesar de las distancias físicas, que durante tramos de tiempo los pudieran separar. Estos lapsos, de separación, se debían a que el marinero viajaba obsesivamente, nunca se sabía en qué lugar del mundo se encontraba; el escritor, por su parte, también desaparecía, porque la inspiración solía raptarlo y lo mantenía durante muchas jornadas, alejado del afán de la ciudad. La sirena, invariablemente, inquieta y curiosa pasaba los días nadando feliz, pero como todo llamaba su atención, tampoco era fácil encontrarla; maravillada con la vida submarina se iba a las profundidades a estudiar o bien ansiosa de luz y calor recorría las playas hasta descubrir un buen sitio en el cual durante horas lograra mimar, tranquila, su cabello.  Así era la vida de estos tres amigos, sentían el mundo de forma especial y la afinidad que los convocaba, establecía entre ellos un resistente triángulo de afecto y cuidado mutuo.
Después de la reunión, los varones decidieron acompañar a su amiga sirena de regreso al hogar y como no soplaba el viento, no llovía y el frío, en una tregua, se alejó del lugar optaron por  caminar y  eligieron para hacerlo la calle principal. Esa noche las luces del alumbrado, guirnaldas envolventes que adornaban la urbe, rivalizaban en brillo con las estrellas, la luna y el mar; la noche de un jueves cálido, cordial, en el que nadie sospechaba que se forjaba una importante metamorfosis; que ese día era la antesala de una vida nueva, de una revolución que pugnaba por nacer desde un vientre materno colectivo, protector de generaciones humanas, articuladas por un único sentimiento y anhelo.
En el umbral de la casa, que habitaba la sirena, los tres amigos se despidieron con afables abrazos y promesas sinceras de un próximo encuentro. Al llegar a sus respectivos lechos durmieron, cada uno sin saberlo, bajo el hechizo de la luna de un jueves último en su especie, porque ya no existirían más jueves como este, anfitrión del amanecer de un viernes que despertó a los amigos en un territorio distinto, en  el que todo había cambiado. Voces, que habían casi enmudecido de tanto estar calladas, se alzaban ahora potentes, atrevidas, revitalizadas; se despertaban conciencias, que durante mucho tiempo habían vivido hipnotizadas por espejismos creados con el fin de mantenerlas insensibles a realidades diversas, algunas escondidas o talentosamente maquilladas para encubrir sus defectos. Espontáneamente surgían poderosas uniones ciudadanas, cual tempestades marítimas inesperadas, que cobraban fuerzas para pedir cambios de todo tipo. Muchos mostraban sus heridas ocultas  y hablaban de sus dolores por primera vez, desahogando sus almas, mostrándose frágiles y fuertes al mismo tiempo.  La vida brotaba diferente mientras este viernes transcurría; este día que, ante los ojos sorprendidos de estos tres amigos, se transformaba en una puerta abierta hacia un sentir renovado, despierto, doloroso, pero feliz. Ellos ante este poderoso momento, al unísono, pensaban y sentían, que los caminos de este nuevo espacio deberían converger hacia el bien común, eso sería lo ideal, porque un cambio sin organización se puede convertir en un caos y eso causa siempre daño.  Las aguas  tempestuosas deben buscar una calma consciente. Los diálogos se deben establecer usando terminologías generosas, compresivas, amables, llegando de este modo a acuerdos impregnados de amor al prójimo.  Las venganzas, las revanchas, no dan buenos frutos.  El marinero, el escritor y la sirena consideraban que: todos nos hemos equivocado, en  alguna ocasión y, a decir verdad, en más de una, pero también todos tenemos la posibilidad de cambiar, de arrepentirnos y hacer las paces con los demás.  El marinero, el escritor y la sirena, hoy están seguros de que dentro de estos nuevos límites puede surgir un estilo de vida más equilibrado, más justo y armónico, si la buena voluntad, maravillosa líder, sabiamente guía esta inapelable transición, conduciendo a su pueblo hacia un tiempo más pleno y feliz, en que la vida es libre como el itinerario del marinero, creativa como la pluma del escritor y plácida como el nado de la sirena entre las olas del mar.

Fin