Fotografía
(Reflexión publicada en Revista Co.incidir No.57 de Noviembre)
Autora: María Alejandra Vidal Bracho
No
es la cámara, es tu visión; es la
artística, crítica, denunciante y reflexiva conciencia que invade a tus
ojos. Otros quizás no ven, lo que tú has
visto: la belleza, la locura, el pecado, la alegría, la frescura o el terror que
puede imperar en el eterno y cambiante
ahora; realidades diversas, que están delante de todos, pero que, a
veces, sólo tu cerebro lee. Ese frágil
momento alcanzado por tu lente, el certero disparo de la cámara fotográfica y has grabado un
segundo del tiempo; se lo has quitado; atrapándolo en una imagen que, en
esencia, logra detener, al perpetuo cambio que se da en la eternidad. La copa de un árbol que danza en los brazos
suaves de la brisa, o el árbol cercenado que llora en el suelo; el brillo de una piedra acariciada por un generoso
rayo de sol, que ha venido a visitarla, o la dureza de su cuerpo cuando es
arrojada a un ser indefenso. La mirada
profunda y dulce del amor y la del miedo
insondable en tiempos de dolor. La
innegable belleza de la ropa limpia, colgada en un sencillo cordel; la espuma coqueta en la oscura taza de café, o
bien, el color del hambre y del frío invadiendo despiadadamente el espacio, sin
misericordia y sin señales que indiquen un pronto y positivo renacer.
La
fotografía, también, se ha arrogado la misión de mantener la cordura de la
historia del mundo, entregando respuestas y pruebas de acontecimientos. La
fotografía no se inventa, se descubre, porque ella, recuadro a recuadro,
enmarca a la vida. Una vida con tiempos de paz y con tiempos de guerra, con
heridas cerradas y otras eternamente
abiertas. Con momentos y sentimientos de variados estilos,
que se quedan para siempre estáticos en la imagen capturada y luego fijada sobre alguna superficie dispuesta a custodiarla. Y
detrás de la captura, el mejor cazador de momentos, el fotógrafo. El fotógrafo que provisto de unos ojos
curiosos y atentos, va por los caminos de la existencia armado de cámara,
atención, sensibilidad y talento y que,
ante todo, es un pintor, sin pinceles ni lienzos, pero con la capacidad de
reconocer lo que es importante, ya sea para apreciar la belleza, probar algún
hecho o, simplemente, fotografiar algo que será, para más de alguien, un
delicado, amado y respetado recuerdo.
Fin
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