Tiempos de cambio
(El marinero, el
escritor y la sirena)
Autora: María Alejandra Vidal Bracho
Publicado en Revista Co.incidir de Febrero 2020
Una noche primaveral, tres amigos: un
marinero, un escritor y una sirena se dieron cita en un bar con la intención de
compartir y disfrutar de su amistad. En compañía
de tragos y deliciosa comida, recordaron historias, hicieron planes y analizaron
la vida mientras la oscuridad, como tibio manto, cubría la mágica camaradería
que los ensamblaba, los adhería a pesar de las distancias físicas, que durante
tramos de tiempo los pudieran separar. Estos lapsos, de separación, se debían a
que el marinero viajaba obsesivamente, nunca se sabía en qué lugar del mundo se
encontraba; el escritor, por su parte, también desaparecía, porque la
inspiración solía raptarlo y lo mantenía durante muchas jornadas, alejado del
afán de la ciudad. La sirena, invariablemente, inquieta y curiosa pasaba los
días nadando feliz, pero como todo llamaba su atención, tampoco era fácil encontrarla;
maravillada con la vida submarina se iba a las profundidades a estudiar o bien
ansiosa de luz y calor recorría las playas hasta descubrir un buen sitio en el
cual durante horas lograra mimar, tranquila, su cabello. Así era la vida de estos tres amigos, sentían
el mundo de forma especial y la afinidad que los convocaba, establecía entre
ellos un resistente triángulo de afecto y cuidado mutuo.
Después de la reunión, los varones decidieron
acompañar a su amiga sirena de regreso al hogar y como no soplaba el viento, no
llovía y el frío, en una tregua, se alejó del lugar optaron por caminar y eligieron para hacerlo la calle principal. Esa
noche las luces del alumbrado, guirnaldas envolventes que adornaban la urbe,
rivalizaban en brillo con las estrellas, la luna y el mar; la noche de un
jueves cálido, cordial, en el que nadie sospechaba que se forjaba una importante
metamorfosis; que ese día era la antesala de una vida nueva, de una revolución
que pugnaba por nacer desde un vientre materno colectivo, protector de
generaciones humanas, articuladas por un único sentimiento y anhelo.
En el umbral de la casa, que habitaba
la sirena, los tres amigos se despidieron con afables abrazos y promesas
sinceras de un próximo encuentro. Al llegar a sus respectivos lechos durmieron,
cada uno sin saberlo, bajo el hechizo de la luna de un jueves último en su
especie, porque ya no existirían más jueves como este, anfitrión del amanecer
de un viernes que despertó a los amigos en un territorio distinto, en el que todo había cambiado. Voces, que habían
casi enmudecido de tanto estar calladas, se alzaban ahora potentes, atrevidas,
revitalizadas; se despertaban conciencias, que durante mucho tiempo habían
vivido hipnotizadas por espejismos creados con el fin de mantenerlas
insensibles a realidades diversas, algunas escondidas o talentosamente maquilladas para encubrir sus defectos. Espontáneamente
surgían poderosas uniones ciudadanas, cual tempestades marítimas inesperadas,
que cobraban fuerzas para pedir cambios de todo tipo. Muchos mostraban sus
heridas ocultas y hablaban de sus
dolores por primera vez, desahogando sus almas, mostrándose frágiles y fuertes
al mismo tiempo. La vida brotaba
diferente mientras este viernes transcurría; este día que, ante los ojos
sorprendidos de estos tres amigos, se transformaba en una puerta abierta hacia
un sentir renovado, despierto, doloroso, pero feliz. Ellos ante este poderoso momento,
al unísono, pensaban y sentían, que los caminos de este nuevo espacio deberían converger
hacia el bien común, eso sería lo ideal, porque un cambio sin organización se
puede convertir en un caos y eso causa siempre daño. Las aguas
tempestuosas deben buscar una calma consciente. Los diálogos se deben
establecer usando terminologías generosas, compresivas, amables, llegando de este
modo a acuerdos impregnados de amor al prójimo.
Las venganzas, las revanchas, no dan buenos frutos. El marinero, el escritor y la sirena consideraban
que: todos nos hemos equivocado, en alguna ocasión y, a decir verdad, en más de una,
pero también todos tenemos la posibilidad de cambiar, de arrepentirnos y hacer
las paces con los demás. El marinero, el
escritor y la sirena, hoy están seguros de que dentro de estos nuevos límites
puede surgir un estilo de vida más equilibrado, más justo y armónico, si la
buena voluntad, maravillosa líder, sabiamente guía esta inapelable transición, conduciendo
a su pueblo hacia un tiempo más pleno y feliz, en que la vida es libre como el
itinerario del marinero, creativa como la pluma del escritor y plácida como el
nado de la sirena entre las olas del mar.
Fin
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