No,
no toques…es pintura fresca
Publicado
en revista Co.incidir Enero 2020
Autora:
María Alejandra Vidal Bracho
Quién no ha visto un
cartel que reza: “CUIDADO – PINTURA FRESCA”.
A quién no le han dicho: “No toques…es pintura fresca”. Este impedimento se suma a otro factor: el
olor a pintura fresca, el cual puede resultar molesto para algunos, embriagante
para otros, pero que, indiscutiblemente, tiene un sentido de renovación, de cambio, de
limpieza. A mí, en lo personal, me
provoca nostalgia o quizás es anhelo de ilusión, no tengo certeza. El olor a pintura fresca, me recuerda a
cambios de casa, de barrio, a dormitorios renovados; una casa, recién pintada, habla de incipientes proyectos, de
recompensas por el trabajo hecho.
El olor a pintura, se
demora unos días en partir y durante la faena del pintado, las brochas
pegoteadas y los tachos rellenos de
colores líquidos forman un escenario que acompaña a las bebidas y comidas rápidas, que
consumimos sentados en el mejor lugar disponible, entre tanto ir y venir de
latas con pintura, trapos para limpiar, diluyentes, hojas de diarios antiguos,
ventanas abiertas que, con vigoroso empeño,
ayudan a un pronto secado. Y luego, cuando todo está inmaculado,
diáfano, nuevo, aún prevalece un leve olor a pintura, indicando que recién inicia su trabajo de
acompañarnos en un tramo del camino, pegada a nuestros muros, haciendo de marco
a nuestras actividades. La pintura, con
el andar del tiempo, en silencio, cambia de tono lánguidamente, se opaca,
envejece; es marcada por lo que
decidimos adosarle: muebles, afiches, cuadros,
repisas, letreros, lo que sea; ella inerme,
en su existencia, se brinda, se entrega
a las necesidades y caprichos de quien habita al amparo de su color.
“No, no toques…es
pintura fresca”, es la génesis de un nuevo momento, es un cambio, una renovación,
una incipiente intención; un deseo materializado, verdaderamente, a todo color.