Buscar este blog

lunes, 15 de junio de 2020

La vida no es una competencia






La vida no es una competencia
(autora:  María Alejandra Vidal Bracho)

¿Qué locura es ésta? Corremos por la ciudad, sin observar más allá de las vitrinas con sus maniquíes de talla imposible  y los precios con sus posibilidades de pago tentadoras, que nos hipnotizan.  Entramos al supermercado armados de un carro, apresurados y con la idea fija de conseguir  una caja vacía o con la mínima cantidad de gente en la fila.  Estamos en el trabajo pensando en el hogar y luego en el hogar, pensando en el trabajo.  Nos ha esclavizado un teléfono móvil, porque sin él ya no entendemos la vida.  ¿Qué nos pasa?
A nuestro lado vuelan los pájaros, cambian de color las nubes, crecen las flores y bajo el cemento es la tierra lo que nuestros pies pisan. La naturaleza tiene ritmos precisos, calmos.  El oleaje del mar va y viene, las brisas mecen en calma, acariciando en paz y los vientos, más rebeldes, soplan para secar la humedad.  El sol siempre está en su lugar y la tierra gira al mismo compás.  Nuestros cuerpos cobijan mares, ríos, bosques; mundos y submundos internos que no vemos, pero ahí están, es lo que realmente somos.  Debido a nuestras exageradas prisas y auto-presiones, cuántas tormentas internas desatamos, cuántos volcanes hacen erupción en nuestro interior ulcerándonos y contracturándonos; cuánta violencia ejercemos sobre nuestras inermes células. 
La vida no es una competencia, debemos tomar conciencia de eso.  Un ojo no compite con el otro ojo, ni los dos ojos con las orejas, ni los pies con las manos.  La vida es una oportunidad,  una experiencia, un sueño que se abre en cada paso a una escena nueva, mientras nosotros intentamos competir, ilusamente, con el calendario, con el reloj y sus tiempos deseando ‘‘ojalá’’ sean carentes de esperas. Hagamos siempre todo a nuestro propio ritmo, observando, sintiendo, con pausas, con atención y delicadeza.  Nunca debemos olvidar que: ahora estamos, ahora vivimos, ahora respiramos, pero, también, es ahora el momento en que para siempre e irremediablemente, también,  nos vamos.