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Autora: María Alejandra Vidal Bracho
Cuento dedicado a Luis Weinstein Crenovich
publicado en Revista Co.incidir No.60 mes de febrero 2019
Una tranquila mañana un átomo paseaba despreocupado por las calles de la ciudad; se detuvo en una esquina, frente a su café favorito. Entró, pidió un aromático capuchino y mientras plácidamente lo sorbía, divisó sentado en otra mesa a un amigo, átomo también; después de una señal de saludo, se sentaron juntos e iniciaron una grata conversación acerca de los más diversos temas y recuerdos en común; más tarde entró, al café, otro entrañable amigo que se sumó a la tertulia, la cual se extendió por horas.
Tanto conversaron, tanto recordaron y tantos planes surgieron que decidieron formar una pequeña cofradía, una sociedad, que nombraron: molécula. Los encuentros de esta mini sociedad, se hicieron frecuentes, comenzaron a proyectar alianzas y a tener contactos con otras agrupaciones de átomos, es decir con otras moléculas. Los grupos que más coincidían en memorias y deseos, resolvieron hacer una gran fiesta. Para que la fiesta resultara estupenda optaron por formar comisiones encargadas de diferentes tareas. Entonces, estas comisiones quedaron formadas por moléculas y fueron nombradas células. Pero estas células, muy pronto, ya se habían organizado de tal modo, que respiraban, se alimentaban y asociaban con otras células. Todo esto iba prometiendo que la fiesta sería estupenda. Las células tenían un registro numéricamente impresionante de hechos, de memorias y recuerdos. Cada recuerdo era importante, pero así como algunos eran poderosos talentos, otros eran terribles falencias. El lugar de la cita, para la fiesta, era un campo definido como: ¨ser humano¨.
En la medida que se encontraban las células, el campo se iba, a la vez, formando. Todo era sincronía, electrones girando alrededor de núcleos y saltando juguetones hacia otros campos. Una maravilla luminosa, eléctrica, moldeable a los deseos y pensamientos generados por una conciencia que impregnaba y dirigía esta gran fiesta y que surgió del vacío al quedar conformado el campo en el cual se desarrollaba este encuentro.
Recordemos que todo fue planeado para celebrar una fiesta que, como todas las fiestas, prometía alegrías, brindis, golosinas y sorpresas, pero a pesar de los buenos propósitos, los recuerdos negativos que existían en algunas de las células intentaban ser protagonistas y así cambiar el tono festivo del momento. Un dato importante, de considerar, es que no sólo se trataba de una fiesta, porque eran muchos los átomos que, en el día a día, se encontraban y por afinidad, compañerismo, deseos de aventura, en fin, decidían aliarse y entonces de este modo, eran incontables las fiestas celebrándose en el eterno ahora, en campos llamados ¨seres humanos¨ y habitando el planeta. Muchas de las fiestas sí resultaban felices, en otras la alegría, se tomaba descansos y en algunas, lamentablemente, las células impregnadas de recuerdos negativos, no daban tregua.
Entre tantas hubo una que destacó de sobremanera. Fue una fiesta llamada Luis y en ella todo era creación, deseos auténticos de celebrar, de cantar y encantar a la vida y por eso, en su campo, las células danzaban felices al ritmo de la música alegre, mientras entrecerraban los ojos debido a la luz intensa que todo lo llenaba; y así entre rondas, cantos, cuentos y descansos para seguir riendo y bailando, embriagadas de bondad y de magia, las células, tuvieron una idea genial, que al ser planteada a la conciencia, que las dirigía, fue puesta en marcha por ésta, de inmediato, sin temer y sin dudar. La propuesta fue, que este campo llamado Luis diseñara un espacio en el cual tuvieran un lugar todos los que quisieran publicar sus impresiones, anhelos y opiniones en pos de construir un nuevo sentir; Co.incidir sería el nombre del espacio y en él, cada mes, se reunirían las palabras en una nueva fiesta que, esta vez, intentaría llevar, a cada lector, el deseo de hacer del mundo un lugar mejor, conociendo a otros, sintiéndoles, adivinándoles a través de sus sentimientos expuestos en una narración, en un poema o, simplemente, en unas líneas escritas desde la simpleza del amor y del cariño.
Y así fue como nació la Revista que revela que todos somos Co.incidir; porque como hermanos co.existimos, co.habitamos y co.incidimos en esta pequeña casa nuestra, sorprendente esfera mágica, nombrada por nosotros mismos, Planeta Tierra, que alberga sin distinciones a cada ser humano, que vive, sueña, ama y piensa y, a veces, decide escribir para compartir con los demás, generosamente, sus ideas.