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martes, 23 de febrero de 2021

Los ojos no se cierran, se bajan los párpados

 

Los ojos no se cierran, se bajan los párpados

Autora:  María Alejandra Vidal Bracho


Publicado en Revista Co.incidir  84 febrero 2021

Los ojos no se cierran, se bajan los párpados; y así los parpados se bajan por el reflejo del pestañeo, por el cansancio que lleva al sueño, o,  por decisión propia.  Esta última opción es la que muchas veces nos lleva a una voluntaria inconsciencia consciente, porque estamos eligiendo, arbitrariamente, bajar los párpados para no ver lo que no queremos ver, buscando utoengañarnos. Creo que ya se entiende lo que quiero decir: obviamente existen muchas cosas, situaciones, escenarios que no son de nuestro agrado y que, además, lograr conseguir un cambio favorable, demanda de nuestro compromiso para que pueda llevarse a cabo.  El punto es, reitero, que los ojos no se cierran, se bajan los párpados, pero lo que no queremos enfrentar sigue ahí y no podemos tener los ojos eternamente cubiertos por estas carnosas compuertas que hemos decidido bajar para evitar la responsabilidad. 

Sé que no todos estamos preparados, o contamos con las herramientas precisas para colaborar, positivamente, en todo lo que se presenta en nuestro mundo, pero la toma de consciencia ayuda, y mucho; porque aunque nuestra intervención directa sea imposible, sí podemos auxiliar generando reflexiones, llamando la atención hacia ciertos hechos, exponiendo el tema en nuestro círculo social, que la información circule para que, quizás, alguien puedan ayudar;  o, al menos, tomando medidas mínimas que sumadas a las de otros, que han procedido de igual forma, provoquen poco a poco una nueva y positiva situación.

Por otro lado, en nuestro mundo interior, ese, en el que estamos solos y dialogando con nosotros mismos, enjuiciando, decidiendo, midiendo, reclamando etc. también, muchas veces, cerramos los ojos, a propósito, retardando decisiones que sabemos que tendríamos que tomar, para abandonar ciertos caminos o iniciar nuevos; cada uno de nosotros sabe qué le abruma, qué es lo que no quiere ver, qué le incomoda. Pero hay otro factor que debemos recordar, tenerlo siempre presente y es: el tiempo.  No contamos con tiempo infinito, el tiempo es infinito, pero a nosotros se nos concede utilizar sólo un tramo restringido y además no sabemos de cuánto más disponemos; pueden ser años, pero también pueden ser días, horas, minutos y ante esta verdad, igualmente, nuestra primera reacción es cerrar los ojos, pero la certeza de la duración delimitada de nuestra vida nos atrapará, lo queramos o no. 

Por eso es mejor bajar los párpados solamente movidos por la intención de dormir, por el pestañeo y para soñar despiertos un mundo mejor tanto para nosotros, como para los demás, pero que no se quede en ensoñación  sino que, más bien, sea una planear, que nos mueva a conseguir concretar una diferente y mejor realidad.

 


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