Publicado en Revista Co.incidir No.22
Diciembre 2015
En
una nevada tierra, vivía una Princesa llamada Darnajela. Ella era muy feliz y disfrutaba de su tiempo,
pintando coloridos cuentos en lienzos colmados de magia y amor. Ella también
escribía poemas y leía con gran devoción, muchos libros que encantaban a su
corazón. Un día, en que dedicada a sus
labores, se encontraba absorta en su
quehacer de letras, óleos, soportes y pinceles, un curioso malestar la
retiró de su concentrada y presente atención.
La aquejo, inesperadamente, un dolor en una muela y era tan intenso que
debió abandonar sus acostumbradas tareas.
El malestar aumentaba al extremo de impedirle cualquier trabajo o
entretenimiento, incluso ya no podía ni dormir ni comer.
Junto con esto, un insurrecto diente
se volvía cada vez más desalineado en relación a sus compañeros, lo cual
angustiaba a la Princesa. Sintiéndose triste
y enferma, decidió conseguir ayuda y para ello fue en la búsqueda de un Príncipe,
de nombre Naticris, que tenía maravillosas fórmulas para curar muelas y dientes
con mal comportamiento, enfermos y envenenados.
El se encontraba siempre en una torre y rara vez salía de ahí, verlo era
casi imposible. Su vida, en este lugar,
era custodiada por gárgolas que impedían fuertemente el paso. El realizaba su trabajo, en compañía de una diminuta Hada que diariamente acudía a la
torre, para asistirlo en su delicada labor.
La
Princesa Darnajela debió presentarse, primero, ante las gárgolas y ellas indolentes, se negaron a otorgarle un
espacio de tiempo, junto al Príncipe Naticris, para aliviar su dolor. Es así que gracias a su sincera insistencia
logró, al menos, hablar con el Hada buena, que lo asistía. A ella le explicó
que necesitaba detener en forma urgente a su rebelde diente, pero no tuvo tiempo suficiente para detallarle
nada más, porque el Príncipe la requería con premura, ya que en ese instante, él
se encontraba en ardua faena batallando, como siempre, contra distintos venenos
que atacaban, ante el primer descuido, a confiados y desprevenidos incisivos,
molares y caninos. El Hada, sin embargo,
antes de retomar su trabajo, se conectó con el pesar de la Princesa. Leyendo a
través del campo, que nos une a todos, descubrió que ella aún no sabía que cada
dolor físico, es la somatización de un dolor del alma. Con mucho cariño tomó su mano y le dijo:
¨busca primero en tu interior, en tus ideas, en lo que crees, en tus temores y
luego suelta todo el miedo. Confía y verás entonces, que se darán las sincronías perfectas, para
encontrar la solución¨.
Terminaba
el Hada de decir esto, cuando el Príncipe Naticris, impedido de atender, en ese
momento, a la Princesa, le envió una nota.
En ella le indicaba el nombre de un Mago. El Mago Solcar que al igual que él, tenía el
poder para solucionar su problema.
Agradecida la Princesa e intentando hacer un cambio de consciencia, se dirigió con rapidez en su búsqueda.
La
paz que le otorgó la conversación con el Hada, hizo que ella reflexionara y sintiera
una resignada e incipiente mejoría, tanto en su alma, como en su muela. Así se presentó, con la nota, ante el Mago Solcar,
quien la atendió prontamente. Lo primero que hizo el Mago, fue explicarle
que ella misma había permitido, que todos estos
acontecimientos interrumpieran su paz, pero a la vez, le aclaró que eran un aprendizaje para ella y que si se
concentraba en mejorar y quitaba su vigilancia constante a cada síntoma, en una
forma sutil, estos desaparecerían. La Princesa Darnajela, creyó, sin dudar, en
las palabras del Mago. Este además, puso inmediato freno, a su sublevado
diente. Pero cuando el veneno de la
muela arremetió, de nuevo, ella corrió a verlo, para ser salvada de este sufrimiento. Esta vez el Mago Solcar, le dijo que debía volver en busca del Príncipe
Naticris, que la había enviado, porque él no contaba con las pócimas y técnicas
adecuadas para estos casos. La Princesa le reveló que no podía regresar a la
torre del Príncipe, porque le era imposible pasar la barrera de las gárgolas. El
Mago, que escuchaba atentamente entendió, de inmediato, lo que ocurría y le
develó, una vez más, un ignorado conocimiento, a la Princesa Darnajela,
diciéndole: ¨la actitud indiferente de
las gárgolas, también ha sido creada por ti.
Tú le has otorgado poder a ellas, has autorizado su comportamiento. Sin tu aceptación, carecen de dominio y si tú
me lo permites, con tu consentimiento, yo puedo mediar en esta situación, para
servir así de puente y puedas volver a ver al Príncipe Naticris¨. La Princesa crédulamente sorprendida, asintió
con la mirada diáfana, de quien ha sido bendecido por la bella luz del
entendimiento y la fe. Entonces el Mago Solcar, decidido y autorizado
a prestar su ayuda, se convirtió rápidamente, en un alado mensajero y le llevó
información al Príncipe Naticris, acerca del padecimiento de la Princesa Darnajela.
El
Príncipe Naticris, desconocedor de esta situación, pensaba que la Princesa Darnajela,
no estaba tan enferma. Pero al recibir
noticias suyas, a través del Mago, se
dio cuenta de que ella, realmente
necesitaba de su sabiduría y experiencia, para conseguir la anhelada
recuperación de su paz, alegría y salud.
Al mismo tiempo, el alma del Príncipe sintió una profunda unión con la
esencia de la Princesa y se comunicó espiritualmente con ella, en forma
invisible a los sentidos, dentro de su corazón.
En ese plano conversó con Darnajela y le dijo, que ya no se afligiera
más, porque todo iba a estar bien. Que
cada minuto vivido, no los alejó; sino que en algún acuerdo prenatal, todo esto
fue planeado por ambos, para alcanzar una relación que alimentaría sus vidas
con seguridades y experiencias beneficiosas, tanto para ellos, como para
otros. Que todos tenemos una misión y
que él y ella eran sólo un par de hilos más, en este tejido de maestría, que da
vida a la Tierra, en el aquí y el ahora eterno.
Ella recibió en forma etérea y real todo lo expresado por el Príncipe Naticris
y descansó en la verdad de sus sentimientos.
Es
así que la Princesa Darnajela fue, finalmente, recibida por el Príncipe Naticris. Este trabajó, con abnegada y dulce paciencia,
para salvar, indemne, a la muela envenenada.
El veneno, por supuesto, hizo lo suyo y trató inconforme de mantener la
guardia en alto, pero como ya la Princesa, conocía los secretos de la
materialización de los sucesos, ayudó con su confiada tranquilidad y alegría al
Príncipe Naticris, en su cruzada contra el caprichoso agresor. El Príncipe, a
través de un trabajo realizado con brillante precisión, consiguió desencadenar
al veneno de su propia maldad y lo envió de vuelta al Universo, convertido en
energía pura e inofensiva. Terminada la
batalla, Darnajela fue liberada para siempre del dolor y ya feliz, nuevamente sonrió; luciendo, esta vez,
además de la belleza otorgada por la paz del alivio, un simpático y reluciente
frenillo en que Naticris se reflejó.
Muchas
veces, vivimos sucesos que nos parecen desfavorables a nuestros deseos, pero a
pesar de todo, debemos confiar. Porque
la vida es una madre sabia, y conoce el tramado total, de los tiempos, los
sueños y empeños y así en constante desvelo, nos conduce, con tierno esmero, de
un hecho a otro hecho; hasta llevarnos, con seguridad, al camino perfecto, que
debemos tomar.