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sábado, 4 de junio de 2016

La Princesa la muela envenenada y el viaje de sanación




La Princesa, la muela envenenada y el viaje de sanación
Publicado en Revista Co.incidir No.22 Diciembre 2015

En una nevada tierra, vivía una Princesa llamada Darnajela.  Ella era muy feliz y disfrutaba de su tiempo, pintando coloridos cuentos en lienzos colmados de magia y amor. Ella también escribía poemas y leía con gran devoción, muchos libros que encantaban a su corazón.  Un día, en que dedicada a sus labores, se encontraba absorta en su  quehacer de letras, óleos, soportes y pinceles, un curioso malestar la retiró de su concentrada y presente atención.  La aquejo, inesperadamente, un dolor en una muela y era tan intenso que debió abandonar sus acostumbradas tareas.  El malestar aumentaba al extremo de impedirle cualquier trabajo o entretenimiento, incluso ya no podía ni dormir ni  comer.  Junto con esto, un insurrecto diente  se volvía cada vez más desalineado en relación a sus compañeros, lo cual angustiaba a la Princesa.  Sintiéndose triste y enferma, decidió conseguir ayuda y para ello fue en la búsqueda de un Príncipe, de nombre Naticris, que tenía maravillosas fórmulas para curar muelas y dientes con mal comportamiento, enfermos y  envenenados.  El se encontraba siempre en una torre y rara vez salía de ahí, verlo era casi imposible.  Su vida, en este lugar, era custodiada por gárgolas que impedían fuertemente el paso.  El realizaba su trabajo, en compañía de  una diminuta Hada que diariamente acudía a la torre, para asistirlo en su delicada labor. 
La Princesa Darnajela debió presentarse, primero, ante las gárgolas  y ellas indolentes, se negaron a otorgarle un espacio de tiempo, junto al Príncipe Naticris, para aliviar su dolor.  Es así que gracias a su sincera insistencia logró, al menos, hablar con el Hada buena, que lo asistía. A ella le explicó que necesitaba detener en forma urgente a su rebelde diente, pero  no tuvo tiempo suficiente para detallarle nada más, porque el Príncipe la requería con premura, ya que en ese instante, él se encontraba en ardua faena batallando, como siempre, contra distintos venenos que atacaban, ante el primer descuido, a confiados y desprevenidos incisivos, molares y caninos.  El Hada, sin embargo, antes de retomar su trabajo, se conectó con el pesar de la Princesa. Leyendo a través del campo, que nos une a todos, descubrió que ella aún no sabía que cada dolor físico, es la somatización de un dolor del alma.  Con mucho cariño tomó su mano y le dijo: ¨busca primero en tu interior, en tus ideas, en lo que crees, en tus temores y luego suelta todo el miedo. Confía y verás entonces, que  se darán las sincronías perfectas, para encontrar la solución¨.
Terminaba el Hada de decir esto, cuando el Príncipe Naticris, impedido de atender, en ese momento, a la Princesa, le envió una nota.  En ella le indicaba el nombre de un Mago.  El Mago Solcar que al igual que él, tenía el poder para solucionar su problema.  Agradecida la Princesa e intentando hacer un cambio de consciencia,  se dirigió con rapidez en su búsqueda.
La paz que le otorgó la conversación con el Hada, hizo que ella reflexionara y sintiera una resignada e incipiente mejoría, tanto en su alma, como en su muela.  Así se presentó, con la nota, ante el Mago Solcar, quien la  atendió prontamente.  Lo primero que hizo el Mago, fue explicarle que  ella misma  había permitido, que todos estos acontecimientos interrumpieran su paz, pero a la vez, le aclaró que  eran un aprendizaje para ella y que si se concentraba en mejorar y quitaba su vigilancia constante a cada síntoma, en una forma sutil, estos desaparecerían. La Princesa Darnajela, creyó, sin dudar, en las palabras del Mago. Este además, puso inmediato freno, a su sublevado diente.  Pero cuando el veneno de la muela arremetió, de nuevo, ella corrió a verlo, para ser salvada de este sufrimiento.  Esta vez el Mago Solcar,  le dijo que debía volver en busca del Príncipe Naticris, que la había enviado, porque él no contaba con las pócimas y técnicas adecuadas para estos casos. La Princesa le reveló que no podía regresar a la torre del Príncipe, porque le era imposible pasar la barrera de las gárgolas. El Mago, que escuchaba atentamente entendió, de inmediato, lo que ocurría y le develó, una vez más, un ignorado conocimiento, a la Princesa Darnajela, diciéndole:  ¨la actitud indiferente de las gárgolas, también ha sido creada por ti.  Tú le has otorgado poder a ellas, has autorizado su comportamiento.  Sin tu aceptación, carecen de dominio y si tú me lo permites, con tu consentimiento, yo puedo mediar en esta situación, para servir así de puente y puedas volver a ver al Príncipe Naticris¨.  La Princesa crédulamente sorprendida, asintió con la mirada diáfana, de quien ha sido bendecido por la bella luz del entendimiento y la  fe.  Entonces el Mago Solcar, decidido y autorizado a prestar su ayuda, se convirtió rápidamente, en un alado mensajero y le llevó información al Príncipe Naticris, acerca del padecimiento de la Princesa Darnajela.
El Príncipe Naticris, desconocedor de esta situación, pensaba que la Princesa Darnajela, no estaba tan enferma.  Pero al recibir noticias suyas, a través del Mago,  se dio cuenta de que ella, realmente  necesitaba de su sabiduría y experiencia, para conseguir la anhelada recuperación de su paz, alegría y salud.   Al mismo tiempo, el alma del Príncipe sintió una profunda unión con la esencia de la Princesa y se comunicó espiritualmente con ella, en forma invisible a los sentidos, dentro de su corazón.  En ese plano conversó con Darnajela y le dijo, que ya no se afligiera más, porque todo iba a estar bien.  Que cada minuto vivido, no los alejó; sino que en algún acuerdo prenatal, todo esto fue planeado por ambos, para alcanzar una relación que alimentaría sus vidas con seguridades y experiencias beneficiosas, tanto para ellos, como para otros.  Que todos tenemos una misión y que él y ella eran sólo un par de hilos más, en este tejido de maestría, que da vida a la Tierra, en el aquí y el ahora eterno.  Ella recibió en forma etérea y real todo lo expresado por el Príncipe Naticris y descansó en la verdad de sus sentimientos.
Es así que la Princesa Darnajela fue, finalmente, recibida por el Príncipe Naticris.  Este trabajó, con abnegada y dulce paciencia, para salvar, indemne, a la muela envenenada.  El veneno, por supuesto, hizo lo suyo y trató inconforme de mantener la guardia en alto, pero como ya la Princesa, conocía los secretos de la materialización de los sucesos, ayudó con su confiada tranquilidad y alegría al Príncipe Naticris, en su cruzada contra el caprichoso agresor. El Príncipe, a través de un trabajo realizado con brillante precisión, consiguió desencadenar al veneno de su propia maldad y lo envió de vuelta al Universo, convertido en energía pura e inofensiva.  Terminada la batalla, Darnajela fue liberada para siempre del dolor y ya  feliz, nuevamente sonrió; luciendo, esta vez, además de la belleza otorgada por la paz del alivio, un simpático y reluciente frenillo en que Naticris se reflejó.
Muchas veces, vivimos sucesos que nos parecen desfavorables a nuestros deseos, pero a pesar de todo, debemos confiar.  Porque la vida es una madre sabia, y conoce el tramado total, de los tiempos, los sueños y empeños y así en constante desvelo, nos conduce, con tierno esmero, de un hecho a otro hecho; hasta llevarnos, con seguridad, al camino perfecto, que debemos tomar.