El espejo quebrado
(Publicado por Revista Co.incidir Mes Octubre 2017)
(Autora: María Alejandra Vidal Bracho)
Una coqueta
mariposa, se miraba y admiraba, todo el tiempo en un espejo. Amaba la imagen
que éste le devolvía. Maravillada examinaba
sus alas, verificando, para sí misma, cada
tono del color y cada adorable diseño, que la energía
creadora en su infinita inteligencia, les había obsequiado. Eran realmente bellas y sin discusión, al
desplegarlas, nadie podría haber dicho algo contrario. Pero la mariposa era muy supersticiosa y
cuidaba más que a sus delicadas alas, al espejo en que las contemplaba. Lo custodiaba con gran seriedad y ejercía
sobre él una estricta vigilancia, a modo
de evitar, un percance que pudiera poner en peligro, su suerte en este plano
material.
A pesar de los extremos
cuidados, un movimiento cualquiera, un día cualquiera, durante un minuto cualquiera, provocó el
terrible, instante tan temido. Uno de
sus vuelos, fue mal calculado y en un giro, con dulce torpeza, derribo a su
adorado espejo. Éste cayó estrepitosamente
y se rompió en tantos pedazos, que la mariposa,
vio reproducida hasta el infinito su imagen en cada trozo
astillado. El terror que sintió se fue
multiplicando, al igual que el reflejo de su cuerpo, en los trozos de
espejo.
Se posó con
suavidad sobre una superficie segura y presa de la congoja, pidió una
señal. Su petición, desde el mundo
invisible, fue respondida de inmediato y
así, se abrió un misterioso portal y el espíritu del espejo se manifestó en voz
y dialecto comprensible para que, la triste poseedora de unas bellas alas y un
espejo roto, pudiera recibir un mensaje muy especial. El espíritu habló y dijo: —No es verdad lo que estás
pensando; que mi cuerpo perceptible a tus sentidos se haya quebrado, siendo tú la
dueña, no significa que te traerá mala suerte, muy por el contrario. La verdad es que: cuando se rompe un espejo vas a renovarte, vas a iniciar un nuevo
tiempo de vida y éste será tan bueno o no tan bueno, según tú lo
decidas. La decisión es tuya y no mía.
Créeme, soy el espíritu de todos los espejos, contengo al mundo, sus
historias y secretos. Nada tengo que ver
yo con el destino, al romperme en el plano físico sólo anuncio un nuevo ciclo—.
La voz se
silenció y la mariposa, abriendo sus bellas alas, reinició el vuelo sintiéndose
más sabia y más libre. Se despidió con cariño
y agradecimiento del espejo quebrado, mientras lo sobrevolaba, ahora, con la certeza de conocer que, siempre, sólo de ella dependía, su mala o buena suerte,
su alegría o su tristeza.
FIN